SINAXARIÓN
DEL CALENDARIO LITÚRGICO MARONITA
l | Diciembre 23
SAN JUAN DE KANTY, SACERDOTE (♰ 1473)
Este santo nació en la ciudad de Dant, Polonia, en el año 1397. Siendo todavía muy joven se ordenó sacerdote y fue nombrado profesor de la Universidad de Cracovia. Pero la envidia de algunos de sus compañeros terminó por conseguir que lo nombraran párroco de un pueblo lejano. Tiempo después recuperó el puesto de profesor en la Universidad de Cracovia y durante muchos años dictó clases sobre las Sagradas Escrituras o explicación de la Santa Biblia. Su fama llegó a ser sumamente grande. En las discusiones repetía lo que decía San Agustín: "Combatimos el pecado pero amamos al pecador. Atacamos el error, pero no queremos violencia contra nadie, la violencia siempre hace daño, en cambio la paciencia y la bondad abren las puertas de los corazones".
Cuando predicaba acerca del pecado lloraba al recordar la ingratitud de los pecadores hacia Dios, y la gente al verlo llorar se conmovía y cambiaba de conducta.
A sus alumnos les repetía estos consejos: "Cuídense de ofender, que después es difícil hacer olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado". Fueron centenares los sacerdotes formados espiritualmente por él, y la gente lo llegó a llamar "el padre de los pobres" por sus muchas obras de caridad con los más desvalidos.
Murió el 24 de diciembre de 1473. En su sepulcro se obraron muchos milagros y por su intercesión se consiguieron admirables favores.
Otros Santos para hoy
SANTA EUGENIA, MÁRTIR (♰ 255)
Eugenia, la noble virgen, era hija de Felipe, duque de Alejandría, quien gobernaba toda la tierra de Egipto en nombre del emperador de Roma. Cierto día, Eugenia salió ocultamente del palacio de su padre, acompañada por dos servidores (los santos Proto y Jacinto) y, con los atavíos, el porte y los hábitos de un hombre, se refugió en una abadía, donde llevó una existencia tan santa y ejemplar, que no pasó mucho tiempo sin que se le diera el cargo de abad.
Y sucedió que ninguno de los monjes a su cargo sabía que el abad era una mujer y, sin embargo, una dama lo acusó formalmente de adulterio ante el juez, que era el padre de la acusada.
Eugenia fue inmediatamente arrojada en la prisión, en espera del juicio que la condenaría a muerte. Pero la noble virgen se las arregló para hablar largamente con el juez, su padre, hasta que lo convirtió a la fe de Jesucristo. Entonces le descubrió que era una mujer, se dio a conocer como su hija y le recriminó que la tuviese encarcelada por un crimen que no podía haber cometido.
En cuanto se aclararon las cosas, la dama que había formulado la falsa acusación ardió con el fuego del infierno junto con todos sus cómplices. El juez, padre de Eugenia, llegó a ser un santo obispo y, mientras cantaba misa, fue degollado por la fe de Jesucristo. Además, la dama Claudia (madre de Eugenia) y todos sus hijos, se trasladaron a Roma para enseñar la doctrina.
Fueron muchas las gentes comunes convertidas por ellos, mientras que Eugenia conquistaba innumerables doncellas para el servicio de Dios. La dicha Eugenia fue atormentada de muy diversas maneras y al fin, la espada consumó su martirio. Así ofreció su propio cuerpo a Nuestro Señor Jesucristo.
La leyenda de la mujer-monje acusada de un pecado imposible para su condición femenina se contaba en el medioevo de varias santas (santa Marina, santa Reparada, y otras), constituyendo un tema repetitivo del folclore de raíz cristiana. Aunque no tiene ninguna relación con la historia real de la santa, permite explicar los rasgos propios de la iconografía y la devoción popular. Debe notarse que aunque la historia sea ficticia, algunos de sus personajes son tan reales como la propia Eugenia; por ejemplo, las tumbas de los santos Proto y Jacinto están ubicadas cerca de la de Eugenia, lo que ayuda a entender cómo fueron a parar a la narración.
Sobre la tumba de la santa, en el cementerio de Aproniano, se construyó una basílica en su honor, que fue restaurada en el siglo VIII. La santa está representada en mosaicos de Rávena, Nápoles y Grecia. En la actualidad, las reliquias de la mártir están en la iglesia romana de los Santos Apóstoles.